lunes, 28 de octubre de 2013

 
 
Desamor I
 
 
¿Por qué, Lourdes, propones ese tema?
¿Acaso el desamor toco a tu puerta?
Entre el amor y el desamor hay cierta
complicidad que asusta. Quien le tema
 
quien rechace aceptar que en esa yema,
donde oculta el amor su flor no abierta,
está también la espina, siempre alerta
del desamor, ignora que el problema
 
no consiste en amar o ser amado,
en pensar que la entrega es suficiente;
amar es mantener lo conquistado
 
sabiendo que no hay nada permanente
que el desamor se aloja en tu costado
como una daga fiel e indiferente.
 
Waldo Leyva
 
Desamor I
 
No siento el desamor, amigo mío,
que es sólo cierto pájaro que vuela,
el mismo amor que entonces se rebela
a herirse del cansancio y del hastío.
 
Tal vez será que soy como un navío
dejando tras de sí la firme estela
que conoce su rumbo, y una vela
que siempre apunta al sol y al mar bravío.
 
Un pájaro remonta y otro vuelve
al pecho - mi horizonte- Un nuevo nombre
desmiente al Desamor y lo que envuelve
 
Y es Amor de repente una mañana
que deja que otra vez su ardor me asombre
y destelle su luz en mi ventana.
 
Lourdes
 
 
Desamor II
 
Si el amor siente, Lourdes, el hastío
-por más que en sus entrañas se rebele-
está expuesto a la herida que más duele,
la que taja más hondo, la que el frío
 
metal del desamor forjó en la hoguera
donde la piel y el sueño se entregaron.
Si nunca ese puñal te lo clavaron
no sabes qué es amor. Si yo pudiera
 
decirte, Lourdes, que  hay algún camino
o sendero del mar donde tu vela
puede indicar el rumbo sin tropiezo,
 
te juro que lo haría. El peregrino
que en mi pecho se aloja te rebela
que a veces ha sangrado con un beso.
 
Waldo
  
Desamor II
 
No sé si es el Amor lo que he sentido
anidando cual pájaro en mi pecho
cuando el frío metal - fiera al acecho-
que hiere a los amantes me ha insistido
 
en que acaba esa llama, y su latido
se tiende resignado sobre el lecho.
La daga no me hiere, yo desecho
pensar que no es amor lo que he vivido.
 
Mi vela avanza fiel pero se inclina
con miedo a los embistes que avizora;
y aunque haya desamor, mi barca añora
 
quedarse en el afán y el embeleso:
No me importan las veces de la espina
si sangro como tú el dulzor de un beso.
 
Lourdes
 
Desamor III
 
Huir, cerrar los ojos, escaparte,
ignorar si es amor lo que en tu pecho
fue susto irrepetible, no te ha hecho
sino más vulnerable. Resignarte
 
o buscar su latido en otra parte
puede hacerte creer que es tu derecho
para evitar el desamor. Maltrecho
queda siempre quien huye o se reparte.
 
Si al más leve rumor de la tormenta
decides inclinar, o arriar la vela,
puede entonces que nunca te des cuenta,
 
lo hermoso que es vencer, aunque nos duela,
ese mar que en el pecho se revienta.
No hay paz si el huracán no la revela.
 
Waldo
 
Desamor-III
 
¿Por qué querer nombrar la envergadura
del susto prodigioso que sentiste,
si es único el instante que viviste?
No es huir aferrarse a la dulzura
 
y vivir otra vez su quemadura
cuando un amor se va y otro te embiste.
Si lo aceptas, dichoso, es que venciste
la batalla en que triunfa la ternura
 
la única que te hace vulnerable.
Lo hermoso, la conquista y toda gloria
es dejar que sorprenda lo inefable.
 
Y si buscar la calma del navío
te deja el corazón yermo y vacío,
¿qué sentido tendría la victoria?
 
Lourdes
 
Desamor IV
 
Es difícil saber cuándo la yema
va a reventar en flor y fruto tierno,
cuándo el otoño le dará al invierno
ese rayo de sol que ya no quema.
 
Si la rama se niega a que la gema
sea el triunfo de la flor,si el sempiterno
ciclo del tiempo finge que es eterno
para darle una excusa a quien le tema;
 
si Dios, o quien gobierna nuestras vidas,
decide renunciar a la cordura
y asume con nosotros las heridas;
 
entonces, Lourdes, no será locura
aceptar que entre tantas despedidas,
"no es huir aferrarse a la ternura".
 
Waldo Leyva
  
Desamor IV
 
Ignoras en qué oleaje de la vida
la barca que avanzaba con soltura
encuentra un agujero, la hendidura
que te hace derivar hacia la herida.
 
Silencio, desamor y despedida
se trepan de repente a tu cintura;
y surge un sedimento de amargura
que seca el manantial donde se anida.
 
Si en medio del naufragio otra dulzura
irrumpe con candor y sutileza,
no pienses que aceptarla es repartirse...
 
Podrá otra vez el corazón partirse
mientras triunfe en el alma esta certeza:
"No es huir aferrarse a la ternura"
Lourdes
 
 
 

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